viernes, 29 de diciembre de 2017

Como diría Frankie... "it was a very good year": Mejores discos 2017.


Tarde, muy tarde, pero aquí estamos... en el inevitable resumen de este año que se acaba. Ha sido un año amable, no lo dudo. A pesar de algunas cosas que han pesado, no puedo quejarme. La actividad del blog ha sido absorbida casi por completo por el libro, que obviamente ha monopolizado durante bastantes meses mi cabeza y mi tiempo, con el momento cumbre de la presentación, uno de esos momentos grandes que te llevarás a la tumba, sin duda.

Más allá el momentazo sin duda fue el concierto que hace pocas semanas presenciamos en Madrid con los hermanos McDonalds, sencillamente inolvidable. Pocos conciertos este año, me temo. La Big Rabia me dejaron KO sin duda en el Monkey Weekend de este verano.

Por otra parte, en el tema audiovisual, el nivel de las series de Tv ha sido absolutamente demencial, no sé de dónde diablos sacamos el tiempo (y ojo con lo que se nos avecina este 2018): Feud, El cuento de la criada, Dark, Juego de tronos, Mindhunter, The Keepers,Trollhunters (maravillosa, sin duda), Black Mirror, Big Little Lies... no sé, como todo en este artículo, es un poco embarulado, seguramente se me olvidarán mil cosas, pero sin duda ha sido un año más que entretenido.

Y entretenido ha sido sin duda meterme en lo que ha sido la sorpresa del año, el inicio de ese caótico proyecto llamado Rock Bottom Magazine que sin saber qué será de él... por lo pronto ha hecho de mi vida un poco más caótica y divertida, que no es poco. 

En cualquier caso, gracias a todos por el cariño y el apoyo... feliz año a todos...


Mejores discos 2017.


1. "Inerte",  Atavismo.

2. "Half mile harvest", The Teskey Brothers. 

3. "Seven seasons", The Brass Buttoms. 

4. "In spades", The Afghan Whigs.

5. Sidelong”, Sarah Shook & The Disamers.

6. Acta Est Fabula”, Txtetxu Brainloster.

7. "Manic Revelations", Pokey LaFarge.

8. "Gargoyle", Mark Lanegan.

9. "Modern pressure", Daniel Romano.

10."El alma dormida", Jose Ignacio Lapido.


martes, 26 de diciembre de 2017

"Dark", el abismo del tiempo.




Una historia fascinante y absorbente sin duda. En una época en la que la televisión ha entrado en una vorágine imposible de seguir, las series americanas han copado las parrillas de las plataformas como HBO, Netflix… Y sin embargo en Europa nos hemos encontrado algunas auténticas joyas que se merecen algo más que una simple mención. Sucedió con la francesa “Les Revenants”, ahora con la española “La zona”… pero sobre todo con la alemana “Dark”. 

A esta producción alemana la han comparado torpemente con la célebre “Stranger Things”, con la que apenas tiene en común puntos superficiales. Al contrario de la serie estadounidense, un viaje entrañable a los 80’s, “Dark” es un recorrido perturbador y asfixiante por los sucesos acaecidos en un pequeño pueblo, Wisdem, en el que se ha producido la desaparición de unos niños. Con una ambientación muy gris (apenas con el contrapunto del impermeable amarillo de Jonas Kahnwald), con una lluvia casi continua, “Dark” se adentra en una espiral espacio-tiempo en el que los pliegues del tiempo se solapan uno sobre el otro llevándote de la mano en un viaje claustrofóbico del que no parece haber salida. Esto no es “Regreso al futuro”, no te espera Chuck Berry a la vuelta de la esquina con el Delorian y su condensador de fluzo a tope, aquí se juntan la maldad humana, su naturaleza mezquina, la angustia existencial, la soledad y la mentira innata en el ser humano que sobrevuelan sobre la fría y húmeda ciudad, convirtiendo de alguna forma a Wisdem como auténtico protagonista de la serie. Sin duda bebe de la excepcional fotografía de la antes mencionada “Les Revenants” y recuerda incluso a “Dentro del laberinto”, aquella intrigante serie británica de finales de los 80’s en las que unos jóvenes viajaban a través del tiempo por las cuevas en busca un nidus que nunca conseguían devolver a su dueño.

Una serie coral en la que todo encaja a la perfección: Enormes e intensas actuaciones, en las que la “expresividad” contenida de los actores alemanes te sobrecoge, en especial la de un intenso hasta la extenuación Oliver Masucci como Ulrich Nielsen, tan fuerte como excesivo, imposible no sentirte intimidado por su mirada y su presencia en pantalla. Sin olvidar sin duda al componente sonoro a través de los sonidos fantasmagóricos que te envuelven en cada escena, como los temas que incluyen la mayoría de los episodios en una especie de preludio del último tercio de los mismos, planos y secuencias hábilmente facturadas que añaden más intensidad si cabe a la historia. Una historia que no está hecha para cualquiera. Reconozco que adoro los guiones retorcidos y que en apariencia no tienen ningún sentido, que no por no esperarlos no caen en el efectismo barato, aquí hay de todo y como decía al comienzo, es una historia que se retuerce sobre sí misma en tantos pliegos que uno, como les sucede a sus protagonistas, nunca sabe no ya dónde está, sino cuándo. Realmente me trae sin cuidado si habrá más temporadas ni cómo “solventarán” las tramas… esto no es “Perdidos”, la historia por sí misma ya es fascinante y para mí, no tiene fin, ni principio, es absorbente por sí misma. Y como de la propia ciudad Wisdem se tratase, yo mismo he terminado la reseña tal y como la comencé… o quizá no, porque el tiempo no se acaba ni se inicia…simplemente existe.

martes, 19 de diciembre de 2017

Episodio VIII. Los últimos Jedi: Reseña.


OJO... SPOILERS A TUTIPLÉN!

Mis primeros recuerdos relacionados a Star Wars (que entonces se llamaba “La guerra de las Galaxias”) se remontan a casi cuarenta años atrás, desde que fui a ver el Episodio IV con mis padres al cine y luego disfruté los numerosos cómics de las películas que me compraba compulsivamente entre los Don Mickey y los Mortadelo (en una época sin soportes digitales, tener un cómic en el que se “reproducían” todas aquellas maravillosas escenas era lo máximo por aquel entonces). Curiosamente no tengo recuerdo alguno de ver “El Imperio Contraataca”, aunque sí de “El retorno del Jedi”. Desde entonces mi fascinación por el universo Star Wars no disminuyó ni un ápice. Ahora todo dios parece ser un fan acérrimo, pero hasta que se estrenó el (terrorífico) Episodio I en el 2000, los fans enfermizos de la saga éramos catalogados como bichos raros, como freaks, para que nos entendamos. 

Estamos  en 2017, Disney se ha hecho con Lucas Film y la compañía del ratón ha echado el resto en el desarrollo de una nueva trilogía, asumiendo el enorme riesgo de darle continuidad a algo que se hizo hace décadas. El Episodio VII se acogió con mucho interés y la expectación por saber qué eran capaces de hacer con la historia (tras el lamentable fiasco de la segunda trilogía perpetrada por Lucas) fue enorme. Yo la disfruté, fui a verla al cine dos veces, tuve el enorme placer de llevar por primera vez a mi hija Lucía a ver una película de Star Wars (complicado explicar qué significó para mí algo aparentemente tan nimio). Sin embargo, el transcurrir del tiempo me dejó un poso extraño, como si las burbujas producidas por la excitación inicial hubieran ido deshaciéndose y por fin pudiera ver el cuadro como realmente es. Y la sensación es que el Episodio VII fue en cierta medida decepcionante, y por desgracia el recuerdo de un Harrison Ford acartonado corriendo por el Halcón Milenario es la primera imagen que me viene a la cabeza. La segunda es la inclusión de una enésima estrella de la muerte. Buenos momentos los hay sin duda (Rey es una gran personaje, el ser supremo mola, me gusta Keylo Ren, las batallas son cojonudas…), pero el regusto final es de ocasión perdida.

De esta forma, rebajada la expectación de encontrarnos con una nueva trilogía potente, y a pesar de un fantástico “Rogue one”, la forma de encarar este nuevo episodio era, sin duda, la menos excitante desde que salí sin entenderle una sola palabra a Jar Jar Binks. La idea de que volvieran a repetir los mismos patrones ya conocidos o la inclusión de un ridículo personaje en forma de ratón-cute como el Gru bebé de “Guardianes de la galaxia 2”… hacían que me temise lo peor: La magia se ha terminado por diluir, Disney ha terminado por convertir “Star Wars” en un proyecto de mercadotecnia… en definitiva, poco o nada podía (o quería) esperar. Así, que fui al cine con una falta de excitación inusual en mí. Y sin embargo…

Sin embargo “Episodio VIII. Los últimos Jedi” me ha parecido una continuación dignísima de la saga. Sin ser ni mucho menos perfecta, ha conjugado muchos de los elementos que hacen de Star Wars algo tan especial. De entrada, y aunque sigan apareciendo elementos de episodios anteriores, la sensación general es que trata de dar un paso adelante dejándolos atrás y adquiriendo personalidad propia (Keylo y Rey parecen darlo a entender tras la lucha, “dejemos atrás lo viejo”, repite Keylo continuamente). Los paralelismos con historias ya contadas son inevitables, y sin embargo los giros del guión consiguen que durante su extenso metraje uno no deje de estar enganchado a la historia que nos cuenta (salvo la evitable historia de Finn y su nueva amiga para buscar al decodificador, que en mi opinión es la trama menos interesante). Incluso cuando crees que todo ha terminado, hay un tramo final que eleva aún más el nivel. 

De entrada, un punto importante de la historia viene de la mano de unos de los temas mejor trabajados, que es el de Luke Skywalker. En el episodio anterior se intuía a un Jedi poderoso, el gran héroe… Parecía que el personaje interpretado por Mark Hamil había evolucionado en un súper caballero… y no. Luke siempre fue un tipo inseguro, noble pero inseguro. Y sí, Luke es un caballero poderoso, pero nunca consiguió tener la confianza que se le presupone a un integrante de su orden. En “Los últimos Jedi” nos muestra cómo a pesar de sus logros con la fuerza, derrotando al imperio (bueno, ya tú sabes…), ha sido incapaz de enseñar a su sobrino de la forma en que Keylo necesitaba, dejando que fuera arrastrado por el lado tenebroso e incluso teniendo un instante de debilidad en el que se plantea incluso matarlo, momento por el que se avergüenza llegando incluso a decidir abandonar la disciplina Jedi y exiliarse en una roca perdida entre océanos en el último planeta de la galaxia. Realmente bien conseguido, transmite sin ningún lugar a dudas que Luke sigue siendo Luke, con sus fuerzas y sus debilidades. Y no se ve acartonado como el Solo del VII, Hammil está brillante, sin duda. Y su relación con Rey lo demuestra, sobre todo cuando le muestra el sentido de la fuerza (sin mencionar, a dios gracias, a los jodidos midiclorianos) y luego le dice “¿lo has sentido? ¡Pues ya ves que la fuerza no es algo exclusivo de los Jedi!”), cargándose en unos segundos toda la aparatosa mística de la pretenciosa orden Jedi. Y reconozco que cuando aparece Yoda, el Yoda auténtico, el de la trilogía clásica (y no a esa pulga saltimbanqui digital tan irritante de ver), se me saltaron las lágrimas, fue como encontrarse con un familiar al que creías que ya no verías nunca, un acierto descomunal. 

En general las tramas encajan bien entre ellas. La batalla inicial me parece apabullante, de las mejores que se han visto, dramática, épica, trepidante… realmente espectacular, menuda forma de comenzar. Y a pesar de que por un momento tienes la sensación de que se van a repetir los patrones de “El imperio contraataca”, enseguida compruebas que no, que aquí el centro de la historia va a transcurrir en el espacio, en una batalla por acoso en el que los rebeldes sufren las de Caín para mantenerse a flote. Algunos han criticado con fiereza el tema de la falta de combustible… ¿de verdad? Es increíble comprobar la falta de cintura de algunos fans. La acción transcurre a partes iguales entre el viaje desesperado de Rey por convencer a Luke para que vuelva, el combate entre la Nueva orden y los rebeldes y la operación de búsqueda por parte de Finn de la persona que pueda acceder a los códigos del crucero que les está atacando, trama, como decía antes, que me parece de lejos la peor, la menos trabajada y por tanto menos creíble de todas. Comentar que el papel de Benicio del Toro es ridículo, que un actor de su talla haya sido tan desaprovechado (y de su estúpido tartamudeo mejor ni hablar) me parece uno de los peores puntos del film.

En todo caso el ritmo de la película no decae, al contrario, desemboca en varios momentos álgidos, como el momento en que Keylo lleva a Rey en presencia del Snoke, ¿quién puede quejarse de algo así? En todo caso de haberse quedado sin un personaje que prometía tanto… pero ¿de verdad puedes ponerles pega a toda esa escena? A mí me parece cojonuda. Y sí, Keylo no es el jodido Darth Vader, pero… ¿quién diablos en la historia de cine podría ponerse a la altura de Lord Vader? Keylo me parece un digno sucesor de los Skywalker, y si os fijáis, tiene el mismo comportamiento que aquel joven Anakin, presuntuoso, arrogante y tremendamente inseguro. Otro gran momento es en el que el personaje interpretado por Laura Dern arrasa con el carguero enemiga lanzándose contra ella activando el salto al hiperespacio, esos segundos de silencio (que sí, que ya sabemos que la falta de oxígeno en el espacio evita que las ondas se propaguen y por extensión impide que haya sonido, es decir, que se escuchen las explosiones, cansinos, que sois unos cansinos) me parecen espectaculares. Y por último la parte final en el planeta en el que se refugian desesperadamente los rebeldes es sublime. La aparición de Luke es de las que no se olvidan… ese encuentro fugaz entre los hermanos… ese guiño a C3P2… esa forma de salir a combate abierto contra toda la artillería de la Nueva Orden como lo que se espera de él, el último caballero Jedi, poderoso hasta límites desconocidos… es imposible no emocionarse con el combate de sables final y con la forma en que Luke se despide, a lo Obi Wan o el mismo Yoda. No me importaría ver a Luke en el episodio 9 como espíritu dándole las últimas lecciones como portadora de la fuerza.

No puedo evitar comentar que las repelentes criaturas que se cuelan en el metraje y en el propio Halcón Milenario son una mera molestia efímera sin ningún tipo de influencia en la historia y que el propio Chuwe se encarga de hacerlos desaparecer de escena de la mejor forma, es decir, de un guantazo.

Debería comentar sin duda las cosas que no me han gustado: de nuevo Finn me parece de lo peor de la nueva trilogía (en contraposición de Rey y Pou, que a cada momento van creciendo en la historia); la figura de Pharma, que no dice nada en ambas películas; el viaje de Leia por el espacio que no hay por dónde cogerlo; Chewbacca, que sin Han Solo no tiene ningún sentido que aparezca; la relación tan poco seria entre los dos subalternos de Snoke y que sorprendentemente se convierten en los responsables de toda la Nueva orden; de toda la parte del planeta de los mercenarios… pero, sin embargo, me parecen detalles sin importancia en un todo que me parece glorioso.

Queda por saber cómo concluirá Disney la trilogía, y por extensión, la saga de los Skywalker, pero en lo que a mí respecta, me han vuelto a subir al carro. Y como dice cierta serie de Netflix… HATERS, BACK OF!!

martes, 12 de diciembre de 2017

Redd Kross en Madrid: Looking for a visionary just exactly like you...


Lo del pasado jueves en Madrid fue realmente grande. Hubo cosas mejores que otras, desde luego, pero no tengo ninguna duda de que ha sido una de esas noches de las que me acordaré siempre. Como ya comenté hace unos días, la cita con los hermanos McDonald era la excusa perfecta para subir con toda la familia a la (siempre añorada) capital. Tras un día de bullicio y compras varias, cansado pero excitado, me fui dirección a Tirso de Molina para comenzar la noche de reencuentros con grandes amigos y una de las bandas de mi vida. Allí, y a efectos de anfitrión de la zona, me vi con mi querido Juanjo (Búnker Sónico) que nos llevó a un fantástico sitio de la Latina donde comenzaron a caer tanto las jarras de cerveza como los amigos que iban apareciendo. Tras el calentamiento oportuno nos dirigimos hacia la sala, una discoteca llamada "Medias Puri" que se estrenaba en la programación de conciertos, y realmente se notó que en este tipo de eventos están muy verdes. Un sitio que no deja de ser una discoteca, esto es, un sitio frío, que además de los habituales problemas con el guardarropa (vamos, que no había, imaginaos la gente con esos pesados abrigos en la mano todo el tiempo...), precios... un escenario cuyo techo se les quedaba bajísimo a los músicos y sobre todo, una ecualización que dejaba mucho que desear, ya que, en función de donde estuvieras, podías percibir una cosa u otra (en los laterales directamente no se escuchaban las voces).


Steven McDonald. Ídolo.
Pero, y a pesar de la sala, la velada fue absolutamente mágica. Los Bullet Proof Lovers salieron a escena como un vendaval. Ya me los habían recomendado y sonaron realmente bien. Durante su actuación el número de amigos a los que iba encontrándome iba en aumento, algunos a los que hacía muchos años que no veía (y con los que siempre coincidía en las primeras filas de mil conciertos), aquello era como una reunión familiar en toda regla, JF León o Héctor García Barnés pueden atestiguarlo. ¿Y los Redd Kross? Sonaron de maravilla, por supuesto. Es realmente increíble comprobar cómo unos tipos que ya pasaron los 50's transmiten esa sensación de locura juvenil, esa energía tan contagiosa... El set list es el único "pero" que le podríamos poner, pero ya íbamos sobre aviso, a nadie le cogió por sorpresa. 

Jeff y Steven están en muy buena forma, sin olvidar a un tremendo Jason Shapiro a la guitarra (realmente espectacular) y al "Melvins" Dale Crover a la batería. Y, como digo, incluir versiones y algún tema más oscuro de lo habitual, no evita que, con cada clásico que interpretasen, uno no tocase el cielo. Adoro sus discos desde "Third eye" y me han acompañado toda la vida. Además, "Researching thr blues" mantuvo el nivel superlativo de sus canciones y han conseguido formar una discografía imbatible. Encontrarte con aquellas viejas joyas de tu imaginario musical, de toda la vida era, como seguir encontrándote amigos en la sala... Verlos salir e iniciar el show con "Lady in the front row", ufff... Eso amigos, es la felicidad, el rock & roll como motor de tu vida, las canciones así son el auténtico combustible que te activa y te da energía cada día. "One chord progression", "Mess Around", "Pretty Please me" o su clásico "Annie's Gone"... "Uglier" o "Stay away from downton" de su último trabajo "Researching the blues"... forman parte indisoluble de mi vida, y sonaron como tenían que sonar, potentes, alegres, mágicas... Si los rostros de los McDonald reflejaba que se lo estaban pasando en grande, la mía cuando tocaron "Bubblegum factory" no lo debía parecer menos. No importa que al "Deuce" de KISS o al "Ann" de The Stooges... no les pillase el rollo, la velada fue absolutamente inmejorable. Y a pesar de que duró más de lo esperado a mí se me hizo cortísimo.

¿He dicho ya que fue una gran noche?




PD: Gracias a Juanjo Mellado por sus espectaculares fotos!