viernes, 11 de septiembre de 2015

El Lobo en tu puerta publican "Grabaciones sumergidas 2015".



Cuenta una leyenda que en los antiguos pantanos de Luisiana, a la altura del paso del río Mississippi, se esconde bajo sus profundos lodos una bestia antigua, un ser del inframundo que permanece dormido, aletargado, a la espera del momento adecuado en el que despertar y salir a la superficie a sembrar el caos.

Cuenta la leyenda que los espirituales de las iglesias baptistas rezaban para calmar a la bestia y que los antiguos bluesmen afilaban sus cuerdas, entre sexo y alcohol, invocando al aletargado ser para que saliera a la superficie y regara el mundo de caos, perversión y suciedad, limpiando al hombre blanco de la faz de la tierra. Lo que la leyenda no contaba es que la bestia del pantano no era un animal. La bestia del pantano es un estado mental y emocional… y ha despertado.

Y no, no ha sido a la rivera de ningún río americano, la bestia del pantano está aquí, en el umbral de tu puerta. Tres tipos, una banda, batería guitarra y harmónica, y el lobo en tu puerta aullando con los colmillos afilados. Una especie de ZZ Top del nuevo milenio, como un cuchillo oxidado, mal afilado, que se te clava en el cerebro y te arrastra hasta el barro, un rock furioso y caótico, un blues que es un lodazal de estilos donde la premisa es llevarte a lo más alto con la fuerza de esa bestia primitiva.

El Lobo en tu puerta publica “Grabaciones sumergidas 2015”, su primer disco grabado y producido a lo grande. Si su primer trabajo en forma de maqueta intuía el aquelarre sónico que representan sus directos, ahora han conseguido plasmarlo en estudio. Una colección de canciones que hace que te entren ganas de robar un barril de cerveza y subir desnudo a lo más alto del edificio a bailar y a gritar. “I don’t lie” nos traslada al escenario, al tugurio más oscuro y humeante del pantano, “Manny Pacquiao” te deja sin aliento, con “17” consiguen cambiar registro sacándote a bailar, una harmónica sudorosa y un ritmo que te invita a un sugerente juego rodeado de perversas señoritas con muy malas intenciones. Con “Soy” vuelve la suciedad con la que te arroyan como un búfalo junto a toda la manada. Una sensación que continúa con “Sálvate”, como el blues de una tribu bailando alrededor del fuego, orando para que ese blues se propague desde el escenario hasta tus entrañas. Con “Serena Williams” consiguen ir más allá, de nuevo la sensación de que estamos jugando con fuego, un sonido negro, sucio, oscuro, un inquietante cántico a mover tus caderas en este aquelarre, si no te mueves con esto, amigo, no te preocupes más, estás muerto. Con “Las serpientes” el caos termina de apoderarse del trabajo de la banda, todo fluye entre el descontrol más psicotrópico y el sonido más claramente Black Sabbath de todo su trabajo, directo a tu cerebro.

Y sin embargo mi momento favorito cierra el disco, precisamente donde aparcan la distorsión y vuelven al pantano más clásico, como si quisieran celebrar el éxito de su regreso a las tinieblas tras el trabajo bien hecho. Hasta el lobo quiere amor, hasta la bestia del pantano necesita descansar, y se va sin aliento, como yo al terminar de intentar de describir este trabajo de El Lobo en tu Puerta. No son un grupo, no es un disco, es un estado mental y físico, es sexo, es blues, es enfermizo y sanador a la vez. Son la puta ostia. Y no, no son de Luisiana. 


El Lobo en tu puerta estará presentando su nuevo disco en la próxima edición del festival Monkey Week.

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