jueves, 11 de octubre de 2007

La insoportable levedad del ser.

Hay días en los que al levantarte tienes la sensación de que nada puede ir mal. Este puede ser un día agradable cuanto menos. Un buen despertar, consigues recordar lo que has soñado (eso siempre me reconforta vete tu a saber por qué), el café está en el punto exacto de temperatura, no toca afeitarse, mañana no se trabaja,... la sensación es de que todo puede funcionar, las piezas encajan y llegaremos a un nuevo ocaso sin nada nuevo que cargar sobre las espaldas. Pues no, en un momento toda la tranquilidad, toda esa fuerza por mantener el equilibrio rompe en mil pedazos casi sin verlo venir. ¿De dónde cojones sacamos tanta fuerza para seguir y seguir adelante a pesar de todo? En el trabajo no se me ocurre otra cosa que, a falta de compañía, ponerme discos de Dayna Kurtz y Madeleine Peyroux, que sí, que sí, maravillosa música, pero hay música que te duele por mucho que te parezca sublime.

En fin. Mañana no se trabaja, me perderé un poco en mis cosas.


Coñazo la película de La insoportable levedad del ser, por cierto.

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