lunes, 18 de enero de 2016

Fargo 2: Propongo luego existo.




No se asusten ustedes con un título tan pomposo y pretencioso... No tengo intención de hacer una tesis doctoral de la segunda temporada de la serie inspirada en el clásico de los hermanos Cohen, no... Sin embargo, no quiero dejar de comentar esta temporada, que me ha dejado un sabor agridulce. Podemos afirmar que la serie se divide en dos partes, una primera que comprendería los primeros 5/6 episodios, y después el resto. Si tuviéramos que calificar la primera podríamos decir que estaríamos ante una obra maestra. Absoluta. Un ritmo trepidante, una historia bien hilada, personajes adueñándose de la pantalla y de la trama, todo en proceso en el que de forma majestuosa te va proponiendo una trama que promete, y mucho. El problema es que toda esa propuesta que alcanza, como digo, un nivel absolutamente maravilloso, termina desinflándose. La escena que mejor lo define, como si se tratase de metacinematografía, es cuando en el último episodio, Mark Miligan, el laborioso matón de Kansas City, tras haber conseguido lo que habían ordenado, aniquilar toda una familia, se le recompensa (¿?) con un diminuto cubículo de oficinista, gris, diminuto... sin comprender qué demonios ha pasado.

Pero repasemos un poco más la serie. En toda gran serie que se precie se suelen dar una serie de características que hacen que todo encaje, e incluso que como un aderezo que resalta los sabores, mezclado todo junto, consiguen que el producto final sea un compendio de detalles magistrales en un todo soberbio.

Historia: La historia de esta segunda temporada transcurre unos 30 años antes de lo sucedido en la primera. Sobra decir que un acierto de esta saga es que cada temporada es autoconcluyente. Los primeros tres episodios son magia pura, una acción pausada pero intensa, una historia que se nos propone en una mezcla entre Tarantino (el bueno de la primera época) y la propia filmografía Cohen. Mirándolo con perspectiva hay que entender que mantener semejante ritmo narrativo durante toda la temporada era prácticamente imposible. Un cúmulo de desaciertos de los distintos personajes, cada cual más surrealista (hay incluso avistamientos ovnis!) provoca un verdadero terremoto en la zona de consecuencias imprevistas.

Personajes/Actuaciones: Absolutamente magistrales. No sabría por donde comenzar. Se ha hablado mucho de Kristen Durst, a la que la petarda de Lady Gaga arrebató el Globo de oro hace poco, y no es para menos, el personaje es deliciosamente desquiciante, una mujer de 29 años que aparenta casi el doble, con muchos pájaros en la cabeza, casado con un ayudante de carnicero fondón, y sin más sueño que comprar la carniceria. Mi favorito, Mike Milligan, protagonizado por una majestuoso Bokeem Woodbine, un personaje claramente inspirado en Jules Winnfield(Samuel L. Jackson, Pulp Fiction). Pero cualquiera de la familia Gerhardt está soberbio, desde Kieran Culkin hasta Jeffrey Donovan, o un inconmensurable Ted Danson como Sheriff Hank Larsson. Y no olvidemos al abogado del pueblo... es imposible no encariñarte con él. Y ojo con los diálogos, magistrales. Hay uno entre Mike Milligan y su jefe del grupo mafioso de Kansas City sobre champú para el pelo absolutamente magistral, 100% Tarantino.

El abogado de Fargo. Todo un personaje.
Fotografía: La serie no sería la misma sin esos planos grandiosos de ese Fargo Nevado, esos planazos desde el cielo, o incluso el juego Tarantino-70's de partir la pantalla en dos, son casi un personaje más del casting.

Música: Descomunal. No sólo han tenido el enorme acierto de prescindir de la entradilla que cada serie suele tener (y algunas son insoportables) y comenzar siempre de forma distinta, sino que han sabido articular la serie a ritmo de temazos 70's, la mayoría de ellos poco conocidos pero que igualmente llevan la imagen a otro nivel. De todos ellos mi favorito sin duda es el comienzo de capítulo con "Reunion" de Bobbie Gentry, pero os recomiendo encarecidamente haceros con el listado de spotify porque es una pasada.